El templo ha invertido dos millones de euros en reforzar los controles de seguridad en los accesos. El sistema, que es similar al que tiene desde hace años el Vaticano, espera agilizar las colas de entrada.
Navajas y cuchillos de distintos tamaños, esprais de autodefensa y hasta alguna pistola eléctrica. Son algunos de los artilugios que los controles de seguridad, hasta ahora manuales y realizados mediante inspección ocular, han detectado en los últimos años entre las pertenencias de los visitantes que pretendían acceder al templo de la Sagrada Família de Barcelona. Desde este lunes, 1 de enero, las 1.500 personas que cada hora ingresan en el recinto tienen que superar arcos de arcos de seguridad y escáneres detectores de metales, con los que se garantiza, entre otras cosas, que ninguno de estos utensilios entra en la basílica. También se ha reforzado la plantilla de vigilantes. Se acabaron las pistolas, pues, en la Sagrada Família.
La fundación que gestiona el templo de Gaudí ha invertido dos millones de euros en la colocación de una decena de equipos de seguridad, que han convertido el acceso a la iglesia en algo muy similar a un control de aeropuerto. «Se trata de una infraestructura a la que la gente está ya muy habituada, con lo que a nadie se le hace extraño», ha detallado este miércoles Xavier Martínez, director general de la entidad. Las medidas aplicadas, ha precisado el jefe de seguridad, Marc Martínez, «son similares a las que tiene desde hace ya años el Vaticano».
Fuente: El Periódico