Los vigilantes denuncian que en grandes eventos y en lugares masificados como el metro cada vez hay menos efectivos y peor pagados porque las empresas quieren ahorrar costes.
Hace una semana, Javier perdió un ojo a cambio de 36 euros. Ese fue su salario por vigilar un partido declarado de alto riesgo, el derbi entre Atlético de Madrid y Real Madrid. Se encontraba custodiando uno de los accesos al estadio Wanda-Metropolitano cuando una persona que quería acceder al recinto casi al final del partido le propinó un puñetazo que le reventó el globo ocular. La ley exige que los clubs refuercen la seguridad en estos partidos, pero Javier estaba solo custodiando el acceso ese día. Como siempre.
«En el fútbol nunca sabes cuántos vigilantes de seguridad va a haber. Si se monta un operativo con 200 vigilantes pero aparecen solo 150 da igual, se pone menos gente en cada sitio y listo», . «Donde siempre hay muchos es delante de las cámaras de televisión. Ahí nunca faltan», dice con ironía. «Pero en el resto del estadio cada vez hay menos seguridad. Se está sustituyendo a los vigilantes por la figura del auxiliar, que es gente que no tiene ninguna formación pero cobra la mitad. Los ves con su peto naranja por todas partes. Hoy hay casi más auxiliares que vigilantes. Por eso pasó lo del Madrid Arena y algún día habrá otra desgracia parecida, porque a los clubs y las promotoras les da igual. Hoy los protocolos de seguridad solo se cumplen en los papeles».
Se está sustituyendo a los vigilantes por la figura del auxiliar, que es gente que no tiene ninguna formación pero cobra la mitad
El puñetazo que le arruinó la vida a Javier se podría haber producido aún estando acompañado por más vigilantes en la puerta. O, tal vez, el agresor se habría sentido coaccionado por el número y se habría contenido. En cualquier caso, es una realidad confirmada por todos los vigilantes consultados que los operativos en estadios de fútbol, conciertos y macro fiestas como las de Nochevieja son cada vez más precarios. Menos personal y peor pagado con el único fin de ahorrar costes. A los organizadores del evento les viene bien reducir el presupuesto en seguridad y a las empresas les interesa tirar por los suelos la oferta para ganar el concurso. A costa de rebajar salarios a sus vigilantes o, directamente, cambiarlos por auxiliares que en ningún caso tienen formación ni autoridad para reaccionar ante un altercado.
«Se miente en el número de efectivos que contratan y el resultado es que en un partido de alto riesgo hay un vigilante por acceso. ¿Pero y si en vez de un loco que da un puñetazo es un yihadista que se cuela en el estadio con una bomba? ¿O un energúmeno con un machete? Sería una masacre». «Muchas veces el vigilante no tiene ni ‘walkie’ y no se puede comunicar con nadie si pasa algo grave. Es decir, tienes a un profesional que cobra 7 o 8 euros la hora, sin medios y sin descanso velando por la seguridad de miles de personas. La gente cree que en los estadios y en los grandes eventos está segura pero no es verdad».
¿Y si en vez de un loco que da un puñetazo es un yihadista que se cuela en el estadio con una bomba? Sería una masacre
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