Aumenta el número de grafiteros organizados que pintan vagones en Barcelona

Se infiltran de noche en las instalaciones y se enfrentan a los vigilantes de seguridad como un reto personal

Mats es un grafitero danés de clase media que viajó a Barcelona a pasar unas cortas vacaciones alojado en la vivienda de un amigo catalán que ocasionalmente pinta murales en trenes de Renfe. La segunda noche, el anfitrión, padre de familia, decidió quedarse en casa mientras el veinteañero danés se sumergía en las cocheras y los túneles del metro de la capital catalana. Los dos iban a pasar una semana juntos, pero tuvieron que conformarse con la mitad: el nórdico fue recluido tres días en un calabozo tras enfrentarse a unos vigilantes de seguridad que lo sorprendieron en plena madrugada allanando las instalaciones de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) con el objetivo de pintar en grupo un vagón parado.

Sucesos como el de Mats, llegado desde otro país casi exclusivamente para hacer grafitis en el metro barcelonés, no son casos aislados. A él le salió mal, pero abundan los grafiteros extranjeros que planean infiltrarse en grupo en el metro, realizar pintadas en trenes, volver a su alojamiento y exhibir en redes sociales las fotografías [el rulo, la prueba, en su lenguaje] de sus acciones artísticas y vandálicas. Con frecuencia, grafiteros europeos recalan en la capital catalana atraídos por una combinación de libertad, buen clima y comida y la adrenalina que les brinda encararse con vigilantes de seguridad desarmados y mal pagados a los que desafían con agresividad y a cara tapada. Y crece el número de grafiteros que se infiltran de noche en el metro para pintar vagones, explican fuentes policiales. No hay día en Barcelona en el que no se denuncie alguna acción vandálica relacionada con el vandalismo grafitero en los principales operadores de transporte público: Renfe, TRAM, Metro, Ferrocarrils de la Generalitat… El goteo es incesante.

En total, los asaltos de grafiteros generan un gasto de 14,3 millones al transporte público en Cataluña, según los datos conjuntos de todos los operadores, que promueven que se empiece a castigar a los autores por desórdenes públicos, un delito que conlleva penas de prisión.

Enfrascados en competiciones grupales, algunos grafiteros no dudan en enfrentarse a empleados e incluso a usuarios del transporte público antes que correr por los túneles. Consternados por el incremento de las acciones vandálicas, los responsables de la Autoritat Metropolitana del Transport (ATM) proponen reformar el Código Penal para que éstas no quedean impunes. El aumento de estos actos organizados en grupo, sumado a la agresividad, y a que una parte se hacen para competir, son los tres elementos que están tras la elevada preocupación de la ATM.

La combinación de hacer grafitis y actos vandálicos en el transporte impacienta a los cuerpos y fuerzas de seguridad, que cada año detienen a más jóvenes. Y también a las autoridades judiciales: un juez penal de Barcelona ha condenado esta semana a un grafitero a un año y cuatro meses de cárcel y a una multa de 2.370 euros por haber dañado gravemente las puertas y ventanas de un vagón del metro en compañía de otras cinco personas. Además, le prohíbe usar durante dos años el servicio de TMB. Los seis grafiteros estamparon en tres vagones su firma: Saher.

Fuente: ElMundo